Conozco a los que insultaron e intentaron agredir a Rosa Díez. Estudio en la facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense desde hace cinco años. Muchos de los agresores han ido, o van conmigo a clase. Afortunadamente, el año pasado pude estudiar fuera de casa, en Finlandia, en una Universidad con prestigio, con un buen sistema educativo, y donde no tuve que aguantar a un grupo de personas que, pese a estar estudiando Ciencias Políticas, solo saben realizar una clasificación: fascistas y no fascistas.
Los que intentaron agredir a Rosa Díez son los que ensucian la facultad, los que siempre hacen lo que quieren sin preguntarse si molestan o no a los demás, son los que trabajan a diario para que la carrera de Políticas tenga menos prestigio en España que en ningún otro país de Europa. Son los que están en contra del Plan Bolonia porque si, los que insultan al decano porque les quita una sala para fumar porros - que me parece muy bien que los fumen, faltaría más, yo siempre he sido un firme defensor de la marihuana-, pero que nunca agradecerán que se modernice la sala de informática, o se cree un acogedor salón de actos.
Son aquellos ante los que desde hace mucho tiempo decidí no callarme. No me gusta Rosa Díez, discrepo totalmente de sus ideas, y considero que es una oportunista. Pero de ahí a intentar agredirla y hacerle la campaña electoral por la cara, gratis, por 0 euros, hay un trecho. Soy de izquierdas. Participo activamente de la vida política. Y me avergüenza que los medios conservadores de comunicación me asemejen con este tipo de personas, con los nacionalistas que agraden a San Gil en Compostela, o con algunos de mis compañeros de facultad que, en vez de tomarse tranquilamente una cerveza en la cafetería, o ir a clase, se la montan a la líder de UPyD.
Es una pena que la Facultad de Ciencias Políticas solo salga en televisión por estos incidentes. Entre sus muros imparten clase algunos de los profesores más prestigiosos y estudian prometedores alumnos. La gran mayoría de los que estudian allí son gente estupenda, comprometida, de izquierdas, que defienden unas ideas maravillosas, y que estudian para llevarlas a la práctica.
Son aquellos que agradecen que Rosa Díez vaya a su facultad, pese a que nunca votarían a esta política ultraconservadora. Son aquellos que sueñan con una Universidad en la que puedan expresarse los líderes de todas las fuerzas políticas democráticas. Son los que abogan por una Facultad de Ciencias Políticas donde puedan intervenir políticos del PSOE, PP, IU, CIU, PNV, ERC…
Los que intentaron agredir a Rosa Díez son los que ensucian la facultad, los que siempre hacen lo que quieren sin preguntarse si molestan o no a los demás, son los que trabajan a diario para que la carrera de Políticas tenga menos prestigio en España que en ningún otro país de Europa. Son los que están en contra del Plan Bolonia porque si, los que insultan al decano porque les quita una sala para fumar porros - que me parece muy bien que los fumen, faltaría más, yo siempre he sido un firme defensor de la marihuana-, pero que nunca agradecerán que se modernice la sala de informática, o se cree un acogedor salón de actos.
Son aquellos ante los que desde hace mucho tiempo decidí no callarme. No me gusta Rosa Díez, discrepo totalmente de sus ideas, y considero que es una oportunista. Pero de ahí a intentar agredirla y hacerle la campaña electoral por la cara, gratis, por 0 euros, hay un trecho. Soy de izquierdas. Participo activamente de la vida política. Y me avergüenza que los medios conservadores de comunicación me asemejen con este tipo de personas, con los nacionalistas que agraden a San Gil en Compostela, o con algunos de mis compañeros de facultad que, en vez de tomarse tranquilamente una cerveza en la cafetería, o ir a clase, se la montan a la líder de UPyD.
Es una pena que la Facultad de Ciencias Políticas solo salga en televisión por estos incidentes. Entre sus muros imparten clase algunos de los profesores más prestigiosos y estudian prometedores alumnos. La gran mayoría de los que estudian allí son gente estupenda, comprometida, de izquierdas, que defienden unas ideas maravillosas, y que estudian para llevarlas a la práctica.
Son aquellos que agradecen que Rosa Díez vaya a su facultad, pese a que nunca votarían a esta política ultraconservadora. Son aquellos que sueñan con una Universidad en la que puedan expresarse los líderes de todas las fuerzas políticas democráticas. Son los que abogan por una Facultad de Ciencias Políticas donde puedan intervenir políticos del PSOE, PP, IU, CIU, PNV, ERC…
A mi entender, el reto no consiste en impedir que Rosa Díez pueda hablar en la facultad de Políticas. El reto consiste en que, en una campaña electoral, los líderes de todos los partidos políticos se sientan obligados a intervenir en esta facultad, la de Políticas.
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